Mis experiencias

Un viernes lluvioso

El viernes por la tarde quedé con una amiga después de trabajar. Era un día lluvioso, por lo que le dije a mi amiga si le parecía bien ir a casa de mi perrito para que nos sirviese un buen vino y así estar en algún sitio calentito donde poder contarnos nuestros cotilleos de la semana.

Le dije al perrito que nos fuese a buscar a la salida del trabajo en coche y ahí estaba él puntual esperándonos bajo la lluvia, después de presentarles nos pusimos en marcha a casa del perrito para pasar un rato agradable y relajado.

Una vez llegamos cerca de su casa nos dio las llaves del piso mientras él se iba a aparcar, le dejamos los bolsos en el coche para que los subiese él después como un buen sirviente. Mi amiga y yo nos acomodamos en el sofa rápidamente. Cuando el perrito llego a casa lo primero que hizo fue preguntarnos que nos apetecía y comenzó a ofrecernos un servicio excepcional, no podía fallar ya que le había hablado maravillas a mi amiga de este nuevo perrito que tenia. Nos abrió una botella de vino y nos sirvió una copa a cada una. Mientras disfrutábamos de la deliciosa bebida, nos presentó una selección de quesos y jamón exquisitamente dispuestos en una bandeja, de vez en cuando nos iba preguntando que queso nos apetecía para ponérnoslo en una costa y dárnoslos directamente para que nosotras no tuviésemos que hacer nada.

Mi amiga y yo continuamos conversando, riendo y saboreando los manjares mientras el sumiso nos consentía con masajes en los pies. Primero atendió a mi amiga, aliviando su estrés y haciendo que se relajase plenamente. Después, se ocupó de mis pies, proporcionándome una sensación de bienestar que yo ya conocía.

A medida que la tarde avanzaba, el sumiso, cada vez más cómodo con su rol, nos ofrecía más vino y nos mimaba con su servicio atento. La atmósfera se tornaba más íntima y agradable, fue en ese momento cuando decidí que ya era hora de poner al perrito en su sitio y le puse la mascará de perrito y comenzamos a jugar con él, lanzándole la pelota, escondiéndole nuestros calcetines por su piso para que los buscase sin usar las manos, solo podía usar su hocico, era muy divertido ver lo contento que se ponía cuando los encontraba y venía a entregárnoslo de nuevo, mientras nosotras le hacíamos caricias y mimos cual mascota. Había que recompensarle lo bien que se había durante toda la tarde y lo bien que nos había servido.

Finalmente llegaba la hora de irse, quite la mascará al perrito para que pudiésemos hablar sobre la experiencia que acabábamos de vivir y despedirnos. Había sido una tarde muy divertida, en la que todo fluyo. Es importante destacar que cada persona tiene sus propias preferencias y límites en cuanto a las experiencias que consideran adecuadas. Recuerda que el respeto mutuo y el consentimiento son fundamentales en cualquier practica. Siempre es recomendable establecer límites claros y asegurarse de que todos los involucrados se sientan cómodos y seguros.

Un comentario

  • Uninvited Guest

    ¡Menuda experiencia de servicio, Lady Sadira! Cómo envidio a ese perrito suyo, jeje.

    Desde luego esta es una de las experiencias tan gratas y diversas que se pueden tener con usted. En la diversidad está el gusto, y en usted podemos encontrar muchos gustos de los que participar y disfrutar plenamente, uno de esos detalles que hacen de usted una ama tan especial y adictiva.

    Un saludo,
    Uninvited Guest

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