Mis experiencias

Un breve encuentro en el coche

Desde hacía algunas semanas tenía planificado un viaje a Madrid por cuestiones de trabajo, por lo que llevaba varios días hablando con uno de mis sumisos madrileños, con el cual realicé nuestra primera sesión en Viernes Santo. Me gusta pensar que, a pesar de que no nos vemos tan a menudo como nos gustaría, hemos tejido una relación de confianza, por lo que siempre que viajo o voy de paso por la capital intentamos encontrarnos para disfrutar de nuestras sesiones, aunque en algunas ocasiones sean más breves de lo que nos gustaría.

Habíamos estado intercambiando mensajes y planificando todo desde hacía un tiempo. El plan era sencillo: En el momento en que yo cogería el AVE desde Barcelona hasta Madrid él debía insertar un plug en su culo con el objetivo de tener su ano dilatado y preparado para mi llegada. Hasta aquí, simple y sin fisuras. El detalle más gracioso es que, llegado el día, mientras yo estaba viajando sentada cómodamente en mi asiento del tren, él se iba al gimnasio a entrenar. Umm, mis labios esbozaron una divertida y sádica sonrisa mientras mi mente jugaba con la imagen de mi sumiso yendo tímidamente al baño del gimnasio para proceder a la inserción antes de comenzar su entreno. Aún sospecho que alguno de los presentes en el vagón se dio cuenta de mi risa, sin saber por qué.

Cuando llegué a Madrid me dirigí a casa de un amigo que me había invitado a cenar y dormir en su casa. Mientras cenábamos me llegó un mensaje de mi atribulado sumiso indicándome que había terminado su entreno y estaba de camino a buscarme. Tras leer su mensaje le comenté a mi amigo que me disponía a ausentarme por un rato, ya que había quedado con uno de mis sumisos. Rápidamente mi amigo se interesó por mis planes y comenzó a preguntarme sin pudor por los detalles, a lo que sin ningún atisbo de vergüenza le contesté para satisfacer su indecente curiosidad: mi sumiso venía de camino en su coche a buscarme a la puerta y nos dirigiríamos a alguna zona de la ciudad poco transitada para cumplir nuestra fantasía.

El momento esperado llegó y mi sumiso me avisó de que ya estaba abajo esperándome y presto. Era una noche perfecta, en los primeros días del otoño, donde la temperatura había bajado y llovía ligeramente, dándole un toque especial a nuestra velada tan fuera de lo común. Y es que ninguna noche conmigo será nunca común para quien llegue a disfrutar de mi compañía.
Me subí al coche y empezamos a dar vueltas por el barrio hasta que encontramos una calle tranquila, poco iluminada, donde había otros dos coches aparcados a nuestro lado y dónde nada presagiaba lo que iba a suceder.

El tiempo era nuestro mayor enemigo: sólo disponíamos de treinta minutos y debíamos aprovecharlos bien, de modo que le ordené desnudarse, momento en el cual mi sumiso empezó a sentirse algo nervioso ante la situación, preguntándose a sí mismo en qué momento había accedido a llevar a cabo nuestra sesión en un coche aparcado en mitad de la calle.

Mientras cogía la toalla del gimnasio para ponerla entre su asiento y su cuerpo nos dimos cuenta de que no estábamos solos y que en el coche de al lado había una pareja. La situación se ponía interesante por minutos en el poco tiempo que teníamos, y yo no podía parar de reírme ante tan divertida situación.

Mi sumiso se encontraba desnudo, nervioso y con un plug bien metido en su culo. La situación era totalmente surrealista, pero ya sabemos que la realidad siempre supera a la ficción, sobretodo bajo mi mando. Le ordené que se apoyase sobre el cristal de su puerta, de espaldas a mí, y que sacase un poco el culo para comenzar a realizar la práctica que habíamos estado hablando. Le quité el plug, enfundé mi mano con un condón y, con una buena cantidad de lubricante, se la metí entera en el culo sin resistencia. Realmente yo estaba alucinando con la tremenda facilidad con que había entrado toda mi mano, y en ese momento le dí instrucciones: colocarse un condón en su pene y que comenzara a tocarse. Yo quería que esa puta se corriese, y con los movimientos de mi mano dentro de su culo no tardó ni dos minutos en hacerlo. Cuando eyaculó él ya sabía cuál era el siguiente paso: tragarse todo el contenido que había echado en el condón al correrse. Y lo hizo sin rechistar ante mi dura mirada.

Nuestro tiempo juntos estaba a punto de terminar, pero antes yo tenía que mear. Aquellos que me conocéis sabéis que bebo mucha agua y siempre tengo ganas de orinar, por lo que en esta ocasión no iba a ser diferente. Además la lluvia cayendo sobre el cristal hacía que mis ganas aumentasen. Le mandé bajar del coche, ir hacia mi lado y abrirme la puerta. En ese momento me bajé los pantalones y las bragas, y con cuidado para no mancharme le empecé a salpicar y a mojar. En ese instante puso sus manos entre mis piernas, recogió parte de la orina y se la acercó a la boca para bebérsela con gozo.

Cogí pañuelos, me limpié y volví a subir al coche. El sumiso recogió su toalla y se limpiaba como buenamente podía, dadas las circunstancias: el culo entero pringado de lubricante, la boca llena de su propio semen y las manos bien impregnadas en mi orina. Mi sueño hecho realidad: ahora tocaba ir a casa y contarle a mi amigo todo lo que había vivido en esa media hora en la que me había ausentado.

Todo lo relatado en este texto es verdad y fue consensuado entre ambos participantes. Lo pasamos muy bien y fue algo que nunca me había imaginado que viviría. He de añadir que es cuando realizo este tipo de experiencias cuando me siento viva y agradecida por hacer lo que hago, salir de la rutina y de lo establecido para tener estos momentos de libertad. Si tienes en mente alguna fantasía de este estilo o te gustaría recrear algo totalmente diferente no dudes en ponerte en contacto conmigo a través de mi correo o mis redes sociales, seguro que entre los dos llegamos a crear un encuentro inolvidable.

2 Comentarios

  • Uninvited Guest

    Vaya, Lady Sadira, a este paso tendrá que empezar a poner avisos sobre taquicardias, marcapasos y otros factores médicos antes de entrar a su blog…

    Una sesión impesionante, con todas las letras. De esas que uno puede casi imaginar en su propia piel. U otros órganos.
    Dese luego, conocéndola como tengo suerte de poder conocerla, no es una historia que me pueda llevar a la incredulidad, ni mucho menos. Con Lady Sadira toda experiencia imaginable (y dentro del consenso y seguridad obligatorios) es realizable, por lo que superada la sorpresa y excitación inicial, todo cobra mayor realidad.

    Me ha encantado, no sé qué palabras más se pueden utilizar para comentar y alabar sus escritos, que en cada publicación sube el listón un poco más. ¡Y están por llegar sus podcasts! Sinceramente van a ser necesarios los avisos antes de entrar a este blog.

    Gracias por ofrecernos tales momentos, Lady Sadira, muchas gracias.

    Uninvited Guest

  • sumiso_catalan

    Sinceramente, no tengo palabras ante semejante escrito, la verdad. Sé que eres una chica muy ambiciosa, que no pone límites a nada, pero esto… esto para mí es una autosuperación por tu parte. En mi vida, y mira que ya te conozco bastante (por suerte mía), habría imaginado que llegases a una sesión tan… No sé, no sé acabar la frase. Te dejo que la acabes tú por mí.

    Una cosa son tus sesiones con tus sumisos, donde todo queda en la intimidad y en tu imaginación, ya que finalmente, sueles ser tú quien lleva las riendas. Pero esto es una sesión, en medio de una calle (sí, en un coche y en una calle con poca circulación), con lo que eso conlleva, ya que no puedes controlar lo que hay a tu alrededor. Encima, os disteis cuenta que en el coche de al lado había una pareja, así que seguramente ellos también se darían cuenta de vuestra presencia, y lejos de reprimirte, fuiste un escalón por encima de tus capacidades… No sé, realmente me parece fascinante tu valentía (vuestra valentía, en verdad, que es cosa de dos).

    Para acabar de rematar, la lluvia dorada (junto a la lluvia real) con posible presencia de otras personas… Increíble. Acordé contigo realizar una sesión de fotos en interior, en una casa, sin presencia de extraños, porque no me atrevo a hacerla en exterior. Y viendo esto, aunque sería excitante, me asusto. Porque yo no llegaría a tu nivel. Yo no podría hacer todo eso en la calle. Te RETO a que me hagas cambiar de opinión, igual que me has hecho probar cosas que nunca había probado y las he probado contigo, porque eres especial para mí.

    Para acabar, y sé que te va a gustar, no voy a ir al baño aunque me hayas calentado. Me voy a reservar para ti, para que todo lo que salga sea gracias únicamente a ti.

    Un beso!

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