Blog,  Experiencias sumisos

Mi Día del Sumiso

Siempre he sido un sumiso algo rebelde, para qué negarlo. El otro día había quedado con Lady Sadira para hacer una sesión y, de camino, no sé por qué, decidí que esta vez sería distinta, que al menos por un día intercambiaríamos los papeles. Estaba harto de tener que hacer siempre lo que ella quisiera, de doblegarme sin rechistar a sus caprichos más perversos. ¡Había que implantar el Día Mundial del Sumiso y que, al menos una vez al año, cambiaran las tornas!

De manera que cuando Lady Sadira salió del baño, estupenda como siempre, con un body negro arrapado al cuerpo, ya no me encontró desnudo, cabizbajo y con las manos en la espalda en señal de sumisión. No, esta vez me tenía con los pantalones puestos, sentado tranquilamente en la cama y con actitud desafiante. 

Pero mis planes empezaron a torcerse en el preciso momento que le dije que esta vez jugaríamos con otras reglas, que era el Día Mundial del Sumiso y yo no estaba dispuesto a hacer lo que se le antojara. Ella se me echó a reír, se acercó lentamente a la cama y empezó a gritarme: “¿Pero tú que te has creído? ¡Pedazo de mierda!”. Y acto seguido se abalanzó sobre mí tratando de pegarme y sujetarme, y nos enzarzamos en una pelea.

Al principio las cosas me iban bien. Ella trataba de inmovilizarme, pero yo lograba soltarme y reiniciar la lucha. Pero poco a poco su determinación y su fuerza empezaron a poder conmigo. Con sus manos probaba de cogerme por los huevos o de golpearlos. Debo decir que, en contacto con su cuerpo, yo me había ido excitando y el bulto en los pantalones había crecido. Una de las veces acertó el golpe contra mi paquete y el dolor hizo que me doblegara, lo que ella aprovechó para sentarse encima mío. Ahora tenía mi nariz entre sus nalgas, una sensación embriagadora pero que, a medida que pasaban los segundos, me impedía coger aire. En esta posición, aunque os bien aseguro que traté de resistirme, ella al final logró su objetivo: pasar una correa de sujeción por mi mano derecha y atarla a la cama.

Empezaba a estar jodido. Con una mano fuera de servicio ya no podía escabullirme de sus asaltos, de modo que al cabo de poco logró atarme también la otra mano y sacarme sin contemplaciones los pantalones. Como casi no me podía mover, le resultó fácil ponerme las correas en los pies y atarlas a ambos lados de la cama. Me había vencido. 

“¡Ahora vas a ver quién manda aquí!”. Yo le imploraba que me soltara. Incluso llegué a pedirle perdón por mi actitud; pero ella, en vez de desatarme, me puso un pie en la boca para dejar de oírme y, luego, no satisfecha con esto, se quitó un calcetín… y pretendía que me lo tragara. A mí aún me quedaba algo de dignidad con lo que le grité que eso no, que de ninguna manera iba a permitir que me pusiera en la boca su calcetín sudado. Pero tampoco tuve éxito: al final, me apretó la nariz con una mano para que no pudiera respirar y con la otra me lo puso bien adentro y, acto seguido, me tapó la boca con precinto para que no se me ocurriera sacarlo.

Lo que vino luego fue ya un castigo sin contemplaciones. Estaba furiosa conmigo. Ahora me azotaba, ahora me retorcía los pezones, ahora pasaba por mi cuerpo una especie de rodillo metálico que me punzaba. Pero lo peor estaba por llegar.

En un momento dado, se levantó y fue para la nevera. Asomando la cabeza todo lo que las correas me permitían, pude ver que sacaba algo del congelador… Era una bolsa de hielo. De ella extrajo algunos cubitos y, riendo, volvió hacia mí. Se me puso a horcajadas y empezó a pasearme el hielo por todo el cuerpo. No era una sensación agradable. Pero lo desagradable se convirtió directamente en doloroso cuando me bajó los calzoncillos y empezó a restregar los cubitos por mi polla de arriba abajo. Acto seguido, agarró un vibrador, me lo sujetó con cintas de pelo en la polla y lo puso en marcha a tope contra mis huevos. Grité, aullé, pero poco se oía con la mordaza que me había puesto en la boca. Sin reparar en que me estaba haciendo daño, acompañó el vibrador con unos cuantos cubitos, me subió otra vez los calzoncillos y, encima, para que el hielo y el vibrador se ensañaran todavía más con mi polla y mis huevos, lo sujetó todo con precinto.

Para terminar la humillación, ya solo faltaba que se enfundara un dildo, me sacara el calcetín de la boca para que lo chupara –ella dijo: “lo lubricara”– y seguidamente cambiase las correas para tenerme sujeto pero boca abajo, las apretara bien para que mis piernas quedaran del todo abiertas y mi culo expuesto, ofrecido a ella, y me follara por detrás un buen rato, todo el tiempo que quiso, mientras yo no podía hacer otra cosa que relajarme e intentar gozar.

¡Menudo Día del Sumiso había conseguido yo! Una vez más, Lady Sadira me había propinado una buena lección y yo había aprendido cuál era mi lugar.

5 Comentarios

  • Marc

    El relato es toda fantasía que alguna vez hemos tenido los sumisos intentar revelarnos pero no poder ya que el poder de una diosa así está por encima de nosotros… este sumiso ha sido afortunado de poder servir a la DIOSA

  • uninvited guest

    ¡¡Fantástico relato nos ha traído, Lady Sadira!!

    Debo decir que, desde mi punto de vista, debería encajarse en los relatos de ciencia ficción; yo jamás he pensado en un intercambio de papeles, que aunque puede tener un toque morboso muy atractivo, nunca superará al sueño de subir niveles de experiencia de mano de una buena ama. Creo que sobra decir detalles sobre quién es la destinataria de mis sueños, jejeje.

    El relato me indica que, sin ningún lugar a duda alguna, usted se divirtió al máximo con ese suertudo, aunque inconsciente, sumiso. Me ha sacado una sonrisa imaginar lo sucedido.

    Gracias por detalles así hacia nosotros, Lady.

    Uninvited Guest.

    • Sadira

      Gracias siempre por estar al pendiente de mis publicaciones. Me alegro que te haya gustado!! El siguiente creo que te encantará también, lo estoy escribiendo para publicarlo dentro de poco🫣

  • sumiso_catalan

    Fantástico relato, como la mayoría de los que leo por aquí.

    Me he asustado en el primer párrafo, pensé que realmente ese sumiso «loco» habría conseguido ser dominante por un día, pero se me hacía raro pensar que tú llegaras a ser sumisa. Pero no sé, pensé que como había un relato, realmente habría sido así. Pero veo que todo, poco a poco (aunque poco a poco, no, te impusiste por KO), volvió a lo normal, tú de ama y él de sumiso.

    Una vez los papeles estaban claros, veo que fue una magnífica sesión para ambos. Es un poco ambiguo decir «magnífica» para él después de las humillaciones que ha contado, pero a estas alturas de la película sabemos que los sumisos que te tenemos a ti por ama nos divertimos con eso, y que por supuesto, todo es consensuado. Sabemos que no harás nunca a consciencia algo que no nos guste o no toleremos del todo. Y si lo haces sin querer, sabemos cuál sería tu reacción. Así que, enhorabuena, tienes a un sumiso a tus pies, que te adora, y espero que te dure mucho tiempo.

    Esperando más relatos próximamente.

    A sus pies,

    sumiso_catalan

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *